Las sociedades modernas, por sus diversas circunstancias están tendiendo a una diferente manera de relacionarnos entre las personas. La tecnología nos está permitiendo interrelaciones tan amplias y dinámicas en todo el mundo, acercando las distancias; sin embargo, las relaciones con los cercanos se limitan y disminuyen, eliminandose espacios de alteridad, volviéndonos anónimos los unos con los otros. Cada vez las sociedades se vuelven más individualistas y pierden el sentido de comunidad que debe estar a la base de las relaciones humanas.
Los sistemas punitivos y la visiones retribucionistas (mero castigo) que contienen, los procesos de criminalización que despliegan, tienden a convertirse en un eslabón más -y el más determinante y visible- de los controles disciplinarios, pero con un substrato -menos advertido- de marginalidad socio-económica; en esa lógica, el uso excesivo del Derecho Penal y de la cárcel, y su contexto de castigo y disciplina social, tiende a ser muy amplia y extensa, en cuanto y en tanto no se logren resolver las problemáticas socio-económicas de las personas, tanto en el ámbito socio-político, como en el comunitario y familiar.
Con ese marco, en lo que son las circunstancias de las sociedades contemporáneas, cabe preguntarse si es posible la Justicia Restaurativa.

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